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Ante las opiniones que han surgido por posibles daños, López-Gatell sostuvo que de todos los productos farmacéuticos los más cuidados son las vacunas, porque se utilizan en forma masiva y en personas sanas.
- Redacción AN / GH
22 de diciembre 2020 12:29 pm
FOTO: Presidencia
La aplicación de la vacuna anti-Covid será voluntaria, no es obligatoria; lo más importante es la libertad, aclaró el presidente Andrés Manuel López Obrador al ser cuestionado sobre las personas que se han manifestado por no ponérsela debido a los posibles daños que pudieran surgir tras el suministro de la dosis.
“No ha habido muchos casos sobre eso, hay que reconocer el avance de la ciencia, porque en muy poco tiempo se logró contar con esta vacuna y, hasta ahora, afortunadamente, no hay desgracias provocadas por la vacuna”, comentó en la conferencia matutina.
Al respecto, Hugo López-Gatell Ramírez, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, manifestó que es muy importante que la información no tenga distorsiones, ya que desde hace décadas, la investigación clínica sigue ciertos estándares, lineamientos, consensos éticos y diseños específicos para cuidar, en particular, el aspecto de seguridad.
“Para que exista un producto farmacéutico, con más razón las vacunas, se tienen que pasar distintas pruebas: preclínica, en la que no están incluidas personas; después, se pueden hacer experimentos in vitro fuera de especies vivas; después, viene la fase de investigación preclínica en distintas especies animales como ratas, ratones, cuyos, conejos y hurones, en la que se determina la seguridad de los productos, que no dañen, además de propiedades y efectos positivos y deseados; luego viene la investigación clínica, en la que están involucrados humanos”, explicó.
Refirió que en los contratos que se tienen con las diversas farmacéuticas no existe la previsión de fondos específicos de compensación o de protección de riesgos en su uso convencional, pero apuntó que durante su fase de investigación sí lo hay.
“Las compañías farmacéuticas deben compensar si algún sujeto de investigación pudiera tener alguna reacción”, apuntó.
Agregó que la investigación clínica está dividida en etapas: la fase 1 invita a personas que en general son sanas para que voluntariamente y con información puedan recibir el producto de investigación; la prioridad es la seguridad. La fase 2 también se hace con personas que tienen las mismas características que las de la fase 1; además de priorizar la seguridad, se avanza en el conocimiento de mecanismos y respuestas específicas que pueden tener los productos. Los involucrados ya se cuentan en centenas.
La fase 3 es la de los ensayos clínicos controlados en miles de personas para tener criterios estadísticos para hacer inferencia y poder o no mostrar evidencia de seguridad, es decir, que el producto no cause daño. Y la fase 4 es de vigilancia poscomercialización para que los productos que ya están en uso puedan seguir garantizando la seguridad.
“De todos los productos farmacéuticos, los más cuidados son las vacunas, porque se utilizan en forma masiva y en personas sanas. No hay duda de que puede haber, después de usadas, algunos eventos secundarios y por eso se detectan cuando hay miles de personas que las usan. A lo mejor, hay una o dos reacciones adversas, es decir, sumamente raro”, argumentó.
“No es raro que, sobre todo hoy día, la expectativa pública se alimente de estas oleadas de información que pueden no guardar proporción con la realidad, porque es mucho más fácil que se replique un elemento de preocupación a que se propague todo el contenido completo de la información, sobre todo cuando es clínica”.